domingo, 13 de septiembre de 2009

Capitulo X: AMIGOS ERAN LOS DE ANTES.

Los espacios de nuestros juegos, habían ampliado sus fronteras notablemente. Nos aventurábamos hasta la Avda Roca.
Habíamos armado una barra en el barrio. Éramos varios, entre los que me acuerdo estaban: Tony Corona, Rafael Davito Scandroglio, Marcelo Pilia, Claudio Piojo Reverte, el Pechuga y el Pechuguín García, los Gatica el Omar y el Carlitos. Con estos se armaban los partidos de fútbol, los policías y ladrones, los cowboys y los indios. Solíamos usar la casa de Davito como si fuera el fuerte, donde algunos eran los soldados y otros los indios que debían atacar.
Normalmente las balas salían de nuestras gargantas y al grito de.....
--!!Paaa... Fulano¡¡
Fulano caía. Y ya no jugaba, hasta que murieran todos los de su bando. Se complicaba con las flechas y las espadas. Así que, jugábamos todos con armas de fuego.
Otras veces armábamos tortas de barro y nos sacudíamos con eso. El de la mancha de barro estaba muerto.
Un día aparecieron unos guachitos de otro barrio. El Gordo Barrera, el Chijete Bernardi, el Petiso Machado, el Colichito Costanzo hijo del Colicho viejo, el Ricotón Alvarez....y otros más, pero estos eran los cabecilla.
Sabían pasar por donde estábamos jugando, provocándonos. Boludeces. Pero para nosotros se trataba de una ofensa tremenda, que solo se pagaba con la guerra. Y los sacábamos cagando. Se metían en la casa del Ricotón y se armaba la de tortasos de barro. Hasta que alguna vieja se quejaba por el ojo de alguno o por la ropa de otro, y nos tomábamos una tregua.
Los pibes de otros barrios enterados de las guerras nuestras, empezaron a atacarnos. Pero los hijos de puta se venían de a muchos, así que nos aliamos en contra de los Ocquard, los Días, los López, los Carranza, los... que los parió, algunos eran indios en serio. Y se venían con todo, no había ¡Pa! Que valiera, flechas con clavos en la punta, lanzas con cuchillos, boleadoras con piedras.... se habían ido al carajo, eso ya no era joda y cada vez se reforzaban más los dos bandos. Hasta que un día terminamos todos en cana y se terminó la guerra.
Pero las alianzas que habíamos hecho, habían engrosado nuestro parque de amigos y la Avenida Roca dejó de ser una frontera.
Limpiábamos algún baldío y allí nos dedicábamos al Karate de Bruce Lee y a Titanes en el Ring, fútbol y túneles donde nos metíamos a contar boludeces y a fumar nuestros primeros cigarros. Con los túneles se prendieron las mujeres, Marisa, Viviana, Betina, Norma, Adriana..... ya venían a limpiar, o se les daba por cocinar y terminaron siendo las dueñas. Y cuando nos empezaron a cagar a pedo por cualquier cosa, tomamos otros rumbos.
Solíamos ir a lo del Nino Ignasi a jugar al fútbol, pero el Nino, cuando perdía, se calentaba y empezaba un partido de nuevo.
---Vo pa ya y vo pa ya y dale boludo.
Tenía un charré que todavía lo usaban, con las ruedas altas. Algunos se subían y otros tiraban de las varas, pero el chiste era soltarlas cuando los de arriba estaban distraídos, y quedaba el desparramo y las puteadas. Sacábamos las gomeras y los rifles de aire comprimido y nos sacudíamos, ponga y deje hasta la noche.
En invierno, cuando oscurece temprano, salíamos a cazar gatos con los perros y a robarle granadas al viejo Escoto.
En esas correrías conocí al Cochengo Joselito Moratelli. Él me enseño a cazar palomas con la trampa del hilo y el cajón sostenido con un palito. Ni bien salía el sol había que estar, porque es cuando las tipas están con hambre. De paso hacíamos cagar algún gato del loco Almendra.
Al loco le gustaban las palomas mensajeras y un chico de nuestra edad, que había venido de las chacras a vivir a la escuela once, se las vendía. El loco se las llevaba a la casa y las soltaba. Por supuesto, las palomas se le iban, y vuelta a comprar más. ¿Quién sino Luisito Bernardi puede haber tenido la habilidad para venderle varias veces la misma paloma?
Con estas incorporaciones éramos una banda.
Cuando había llovido, con las bicis preparadas, es decir, sin guardabarros y frenos, porque se usaba frenar con la zapatilla.... arrancábamos para el charco del barrio Manosalva. Nos poníamos la ropa al revés y jugábamos a la mancha en medio del barro. Quedábamos como monos. Después nos lavábamos un poco la cara y las manos, nos poníamos la ropa con lo sucio para adentro, y cuando llegábamos a la casa pasábamos derecho a bañarnos.
Solíamos ir a pescar a la laguna de Gundín, que se conectaba con el Río grande en la chacra del Chivo Abad.
Allá comíamos un asadito y pasábamos el día, la mayoría de las veces los viejos ni se enteraban.
A la siesta en verano, nos juntábamos en la estación de servicios YPF, donde a, Néstor Tucutucu Lamas le hacían cubrir el turno y después nos íbamos con él al canal principal o al río.
Le decían Tucutucu porque se había hecho el canchero con uno de esos animalitos y casi perdió un dedo. Resulta que en época de secundaria, la novia, había llevado un tucutucu, para estudiarlo en la clase de naturales o biología. En el momento que intentaban sacarlo de la caja, apareció Nestor.... apoyado en el marco de la puerta, patita cruzada apoyada con la punta del pié, camisa desprendida, por donde asomaban cinco pelos amarillos del pecho, mentón para arriba, sonrisa sobradora y...
---¿Adonde está el tucutucu? –Dijo, ofreciéndose a sacarlo de la caja, como si para el fuera cuestión de todos los días-
Abriéndose paso entre los alumnos que rodeaban la caja, metió la mano como para manotear un gatito.
Pegó un grito y salió el tucutucu prendido de los dedos del comedido, que al sacar la mano con tanta violencia, se desprendió el animalito estampándose en el techo para caer muerto a los pies, donde recibió una suculenta puteada del gallego Lamas, que sería apodado Tucutucu por mucho tiempo.
De vez en cuando hacíamos un “asalto”, así le decían a la reunión donde comíamos algo y bailábamos con el Winco.
La mayor parte del tiempo sueltos, pero casi al final de la noche venían los lentos. Aprovechábamos para declarar nuestro amor a la chica que nos quitaba el sueño y si cuadraba apretábamos un poco.
Yo me encargaba del chupi y la de Smugler no faltaba. Ocasionalmente se mamaba alguno. En una oportunidad la mamá del Petiso Machado, nos repartía después de la fiesta en un 128 amarillo. El Pechuga García bastante chupado, se había ubicado en el medio del asiento de atrás y aprovechando el espacio medio tirado hacia delante. Cuando la vieja preguntó..
---¿Pechuga, estás descompuesto?.
---Nup –respondió pechuga, con los dientes apretados, los ojos vidriosos y saltones, y la boca llena de saliva.
Al poco rato después de una frenada, la vieja insistió.
--¿Estás descompuesto pechuga?...
---Nnnnuaaaagglallllggjfhddhsss. –El degenerado soltó los chanchos en el auto lleno de gente y buscando la salida, le abría para todos lados, así que no quedo nadie ileso.
Las puteadas del momento dieron paso a la risa y no nos olvidaríamos nunca del.....
---¿Estás descompuesto pechuga?

1 comentario:

  1. que linda historia!!!!! que bueno que la recuerdes y la escribas para compartila.

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