jueves, 11 de enero de 2018

El Jugador.


Se levanto de la mesa corriendo la silla con bastante ruido, se apoyo con los nudillos y procuro estirar las piernas.

-Sres. Hasta aquí llego yo. – dijo a modo de despedida y se dirigió al perchero que estaba justo detrás de él.

Las arrugas en su ropa, que mostró cuando nos dio la espalda, mostraban las horas que habíamos pasado hablando de nada y de todo, mientras las cartas recibían elogios y puteadas, según eran las de ganar o perder.

Con algún esfuerzo se calzo el sobretodo, acomodo su sombrero de alas cortas y se fue.

Por un instante creo que todos sentimos deseos de seguirlo.

Después alguien pregunto.

– ¿Quien reparte? – y comenzó una mano mas y otra…
Yo me quede pensando, adonde iría con ese ánimo. Sentí de alguna manera la necesidad de estar con él. Después pensé que no era una situación única, él había vivido momentos como ese muchas veces y hasta he dudado, si de verdad no jugaba hasta perder, porque daba esa sensación.

Quizás el verdadero placer del jugador no está en jugar, ni siquiera en ganar, sino en jugar hasta perderlo todo, lo que tenia y lo que no.

Me levante de la mesa y copie los pasos de mi amigo, busque mi abrigo y salí. El frío de la madrugada me hizo estremecer. Camine rumbo a mi casa.

A dos cuadras… encontré a mi amigo… sentado en una vidriera… con la mirada perdida… y jugando con un cigarrillo.

- ¿Qué haces acá con este frío?- le dije preguntando realmente, no lo que hacía, porque lo veía, sino que me interesaba saber qué cosas pasaban por su mente en ese momento.

Levanto la vista, giro un poco la cabeza hasta que nuestros ojos se enfrentaron… y soltó con apenas un temblor en su mentón…

- Ayúdame…


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